Caminando por caminos
no buscados,
salteados de piedras y flores,
blancas y azules, amarillas y
moradas, y rojas amapolas
movidas gustosas
por una brisa sincera y amable.
Camino compartiendo
estancos compartimentos
de corazones ligados,
entrelazados quizá,
tal vez enlazados al revés,
acaso al tresbolillo unidos.
Caminando por veredas
repartidas de corazones trabados
que escaparon un día
de sus cuerpos anquilosados,
de sus cárceles hechas pecho,
para adquirir propia autonomía
y así poder volar,
siempre latiendo,
en contra del viento reinante
e impuesto
y ponerse así a favor
de una tormenta rebelde,
de un rayo a contracorriente.
Una palabra cabe, puede que dos,
(te) quiero, entre tu boca y la mía
mas no te pongas a mi lado
si oyes risas de desconsuelo,
mas abrázame un buen rato
si el llanto es de alegría plena
y lloro el mar sereno y entero.
Caminando por cañadas
en las que sólo cabe
una palabra
entre
mi presencia y el árbol:
respeto.