Tu cabello es igual a todos los desvelos
de la noche morena, noche tan rigurosa.
Tus labios es el beso de un pétalo de rosa
guardado entre un celaje de dos azules cielos.
Tus manos semejantes a dos pulcras naciones;
y desde allí gobiernas tan henchida de gracia
tu linaje labriego. ¿¡Qué gira y gira hacia
el aquilón!?. Es tu voz, llena de canciones.
¡Quién como tú, mujer! etérea y aciaga,
caminante y camino, por tus jirones voy.
No desesperes; si no es mañana pues; hoy...
Y entonces lavaré con lágrimas tu llaga.
Ha caído en mí la noche, en plena alborada,
¡mi ánima siempre sola…! ¡ mi ánima siempre triste…!
Trasciende en tu existir el beso que me diste,
Y regreso otra vez a ti, mi bienamada.
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David John Morales Arriola.