Ayer la vi
en un rincón de la ciudad.
Un día triste
alegrado por su indeleble sonrisa.
Ciudad maravillada por su presencia,
la existencia de ella, regala el sentido al vivir.
Todo fluye de mejor manera gracias a ella.
El reloj no para, ese es un problema,
yo aún voy lejos observando su silueta.
Solo pienso en sus delicadas manos,
sus ojeras profundamente bellas,
los pómulos de su cara
un placer rotundo poderlos ver.
El infierno de está cloaca
es vivible con su presencia.
Aunque ella sea efímera
ilumina mis días con su imagen
en los recovecos de mi cabeza
En mi cabeza nacen mares,
flores de miles de colores,
cada una con una palabra,
con la una descripción grabada,
describiendo la esencia,
a la hermosura qué desde años, siglos, vidas
es la inspiración a mí existencia.
En si mi estilo de vida,
quererla, observar su andar.
Conservar mi manera de amar
a lo lejos o en los momentos
qué de cerca la pueda apreciar.
Un sinfín de emociones
recorre mi cuerpo,
cuando a lo lejos
o en la cercanía,
contemplo sus movimientos,
lo infinito de sus ojos,
el sueño en el que vivir quiero.
Ella la llama de mi alma.
La inspiración de mi levantar
cada mañana, o el deseo de dormir
para en un sueño poder juntos vivir.
Ayer la vi, contento pude seguir.