conocí la compañía y la amalgamé con mi realidad
(pero no era la que yo deseaba)
conocí la oscuridad cuando se fué,
encontré mil infiernos dentro de mi ser:
automatismo, monotonía,
insomnio, las escenografías
de un tiempo que no entró en calendarios
porque las horas no tenían estructura.
volví a recomponerme por honor propio
después de tanto tiempo desconociéndome.
mis comisuras comenzaron a brotar
y me vi obligado a abandonar
el abismo que un día llamé hogar.
así encontré un espacio para mi.
mis instrumentos,
mis pedazos de alma por recoger,
mis retazos,
mis melodías,
las mañanas que no paran de nacer.
despertar iluminado por la aurora,
dormitar apreciando la luna.
pero hay algo que me falta.
el paisaje horizontal, quizás
no ver cemento en demasía, tal vez
o simplemente ver a alguien a los ojos
y que la respuesta no sea el suelo.
qué agotador es intentar sentirse autóctono
cuando uno sabe que no lo es.