50 benzodiazepinas,
una botella de vino
y un millón de lágrimas
que pronto se secaran sobre un rostro frío
serán la última obra de arte dada al mundo,
la espuma saliendo de mi boca será el clímax.
Una última navidad
y un último baile de año nuevo
serán la piedra angular
para el derramamiento de las carencias.
-¡Blasfemias!.
Grita mi abuela a todo aquello que profeso
y lo que prometo llegará
a su vida después de mi gran viaje.
¡No me importa!
En el fondo encuentro diversión
al planear mi muerte
y dejar una esquela de despedida en la que digo:
-Lloraran unos días
y juraran no entenderme,
preguntaran a mis amigos el porque de mi destino,
pero dentro de su pecho está la respuesta,
todos sabían que lo haría
y el dolor que dicen sentir no es por mí,
es por ustedes,
porque son incapaces de admitir
que también lo deseaban.
Querían ver como y cuando lo lograria;
a los nueve días de mi triste destino harán un fiesta,
se reiran de recuerdos,
contarán anécdotas
algunas de ellas falsas
otras sin sentido
y finalmente repartirán el festín
donde todos comerán como cerdos.
Paulina Dix