El único paraíso donde la higuera
era un árbol venerado, era el paraíso
terrenal, pero aquel era un paraíso
natural, hoy cuando vemos una higuera
en la ciudad es porque quedó olvidada.
Hoy los paraísos artificiales tienen palmeras
descastadas y sedientas, son paraísos sin
habitantes, en medio de un secarrál, no hay
siquiera pájaros despistados, ni insectos, allí
nada se pudre porque nada nace, al menos
la higuera nos espera, cuando no con los higos,
con las brévas, tienen memoria, son imperecederas.