Todo lo que hago hace volver a traer sus recuerdos
como si fuera un laberinto donde el final siempre es ella;
mientras más trato de sacármela de una vez de la cabeza
su madre selva penetra en lo profundo del sentimiento.
Pareciera que la vida la hizo de naturaleza sempiterna
ya que es inevitable a la sombra de uno no sentir su viento;
se escabulle por donde sea y sin importar mi sentimiento,
logrando que la recuerde, que la inmortalice mi testa.
Si fuera una plaga, sería la más hermosa de todas ellas
pero ocurre que ya me tiene agotado, sin paz, a mi cuerpo;
se pierde, sin tener el control de sí mismo, lo que quiero;
ruedo en la cama como espiral en el que me atropella.
Mientras, yo, por dentro, soporto diariamente este dolor;
ahora me doy cuenta que para ella soy su más preciada gema,
que nada ni nadie tiene el poder de liberarme de su belleza
debiendo lidiar con esto que para mí es el verdadero amor.