No quieres recordar sus pechos
no quieres recordar sus muslos
no quieres recordar sus besos
porque se te olvida tu fe
y tu fuerza de voluntad.
Se te olvidan tus nuevas creencias
se te pierde el reino que te has ganado
te expones a la tentación
y una vez más
te vuelves pecadora.
El amor y el deseo
que te provoca
te avergüenza.
Prefieres disfrazar una mentira
que aceptar tu realidad.
Walberto Díaz
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