Después de años de un confinamiento solitaria
por su madre bien guardada,
al fondo de una gaveta abajo recortes viejos,
en la liquidación apareció la foto en blanco negro,
un recuerdo caído en el olvido de su propia niñez
Se mojaba sus piés en aguas bajitas del reflujo,
su gorro amarillo de sol su único atuendo,
sus manos agarrando con firmeza
un balde y una pala de plástico,
herramientas de su investigación
Sonrió a acordarse de aquel día de felicidad,
cuando una ráfaga se le robó su sombrero,
llevándolo lejos el mar adentro,
a montar a pelo encima de los “caballos blancos”,
reaparaciéndo un día entre los despojos del mar
Sus trenzas despeinadas con libertad a volar,
ningún intento hizo a recuperarlas,
tan absorta en su peregrinación costera
en busca de la maravilla de una caracola ,
a dejar sin dueño demasiada preciosa
La foto de la red