Esa vez
que no pude morir, pero en cierta forma dejé de vivir
quise sin saber
perdonarme la locura de amarte
olvidarte
como las hojas del otoño.
Que el polvo del camino
borre los pasos dados
jamás volver a pronunciar tu nombre
olvidando los mínimos recuerdos.
Cerré los ojos
y estabas en frente
giré
y estabas ahí.
Lloré con rabia
la impotencia
lo racional del abandono
hasta que las penumbras
me dejaron aún más solo.
Temblando
quise gritar
y pronuncié tu nombre amado
justo al amanecer.