Querida: el cielo; míralo.
Parece el apartado sol
una de tus rosadas mejillas.
Mira aquella
primera estrella
en el vacío cósmico.
Debajo las montañas,
y el viento interminable
acaricia el suelo
hasta nuestros dedos.
El agua duerme, así como
las hojas arrulladas por aquel soplido tan
lejano.
Tu voz aguarda para que regales un beso.
Querida,
que paz tan mortal.
No podré soportar
el oxido del tiempo.
Contempla como una
noche cicatriza en esta: nuestra piel.
El silencio nos teme
como nuestros sueños al día...
La casa espera,
los álbumes envidian
pero pronto las fotografías
nos ocuparan...
Querida,
que momento más efímero.
Querida,
que momento tan fugaz.