Todo va para ese amor,
aquel amor... ¡Efímero!
Un amor que jamás
me conocío, jamás lucho...
que jamás existió.
En ocasiones siento
que todos estos años
solo le escribí a un fantasma,
a una ilusión que mi soledad creo.
Lo ame demasiado,
podría jurar que aún...
lo... siento algo por él...
Pero soy incapaz de decirlo.
Confieso que ya no sueño
con él, pero tengo pesadillas
algo profundas con otros
ingratos amores...
Lo peor no es tener
sueños o pesadillas,
lo peor es tener
a mi esposo a un costado.
¡No me castiguen!
A él... ¡Claro que lo amo!
y ¿cómo no?...
Si todos los días me enamora
de nuevo un poco más.
Él es mi pasado, mi presente
y mi futuro,
es el padre de mis hijos
que reposan en lecho eterno,
es mi amigo, y eterno compañero...
Él es a quién deseo ver
cargando a mis bebés.
Y sin importar cuantas
cartas yo le escriba
al pasado... a mis amores,
a esos fantasmas...
Daniel siempre será el amor
de mi vida, mi compañero eterno.