Las estrellas se esconden tras las nubes
que se dejan llevar por el frío viento
de la penumbra que rodea a la Luna,
mientras nuestras pupilas empiezan a
dilatarse a medida que nos miramos fijamente.
El correr de la sangre por nuestras
venas se hace más rápido,
los pulmones se aceleran y el cálido aliento
que sale de nuestras bocas cada vez es más abundante
Mi cuerpo cada vez está más cerca del tuyo
y tus labios no hacen más que incitar
a mi boca a jugar con tu lengua mientras
la respiración de los dos sigue agitándose
y el rojo de nuestras mejillas es cada vez más pronunciado.
Luego de tantas canciones pisoteadas
y tantos minutos muertos,
tu boca está discutiendo con la mía
mientras mis manos acrician tus vértebras
de principio a fin como queriendo rasgarte en alma.
Los besos van y vienen entre sonrisas
y miradas de picardía mientras nuestras mentes
pierden la noción del tiempo quedando
suspendidos en un segundo entreno.
La brisa de la imponente madrugada
intenta calmarnos al estar abrazados
en un pequeño balcón mientras nuestro pecho
hace un esfuerzo enorme para no dejar escapar al alterado corazón.
Parece un sueño verdad?
Sin darnos cuenta estamos envueltos
entre instintos paganos y carnales
que alimentan nuestra sed de placer,
dando rienda suelta a los deseos que tanto
tiempo llevan prisioneros en nuestro interior.
Mis manos recorren la silueta de tu cuerpo
como si de un mapa de tratara,
como un animal salvaje recorro los caminos
que dibujan tus caderas y me pierdo la inmensidad de tus muslos.
No puedo más,
Las ganas aumentan
al ritmo en que mi lengua recorre tu cuello
y mis manos memorizan tus pechos y tus glúteos.
Tu cuerpo tiembla
y tu pulso esta a punto de hacer
que se revienten las venas,
tus manos se aferran a mi espalda
mientras tus uñas intentan tatuar
sobre la piel de mis costillas lo que sientes.
Nuestras manos
recorren desenfrenadamente el cuerpo del otro sin omitir detalle,
somos dos seres envueltos en instintos
mientras la selva de cemento nos observa.
La noche al igual que el descontrol, llega a su fin,
Nos acomodarnos la ropa como podemos,
salimos de ese bar con el cuerpo caliente
y la mente inestable pensando en el momento
en que nos volvamos a sentir.
Y mientras sonrío y nos despedimos como dos extraños,
te susurro al oído:
....mi próximo pecado llevará tu nombre.