Al momento que presto parta para otra orilla
Caronte, el barquero, sospechará la astilla…
Este cuerpo que sangra... Malo ha sido el puñal…
Se extenderá a mi encuentro. Visitante eventual.
Rogaré sutilmente que reme sin premura
en las aguas oscuras, será mi desventura.
Prometo ser sumisa. Nada voy a perder.
Las risas fueron pocas… Siempre el anochecer.
Me escoltará apartando tristes sombras vacías.
Reflejos de mis sueños como nubes tardías.
Si bien no desespero, cada vez lo vislumbro
más cerca de los ojos caídos, me derrumbo.
No recelo ciénagas de las aguas oscuras
asqueroso pantano con bravas espesuras.
Tampoco he de temerte, falsa sombra o ilusión.
Siempre música antigua. Fatal inspiración.
Transitaré a tu encuentro sonriendo como un hada
Te daré mis dos manos. Dulce Presencia Amada...
Amalia Lateano
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