A veces amanezco,
pero no en mi cama, más bien en el mar, ahogado, cansado.
¿Que debo pagar para poder volar?
Necesito alas, y besos.
Lo primero para alcanzarla,
a ese alma perdida en tierra;
lo segundo para calmarla, durante la tormenta.
A veces sueño que la alcanzo, que tomo sus labios azucarados; que beso sus piernas, tan perfectas.
Sin descaro.
Lástima que sólo sea, un sueño de verano.