Pedazo de plata que se posa en el cielo, no existen ojos sobre la tierra que jamás la hayan visto, pequeño astro de bendición; farolillo inmenso que alimenta la inspiración de aquellos seres enamorados.
Eres tan silente en tu versar de mariposa nocturna; pareciera que el celaje te acaricia en un ósculo de perpetua luz satinada; pareciera que todo el tiempo me ansías cuando de amar se trata.
Oh, pequeño astro testigo de mis amores, hermoso destello de mi universo, sonriente amante de la poesía cuando mi corazón arde de deseos y en ti reposa, como la golondrina que embellece su nido; así eres, así te veo pedacíto de plata.
Bendita sea tu arena blanca, que pinta el paisaje de perpetua paz cuando emerges sobre el horizonte de sazón, azabache que da negrura a cada constelada noche.
Abreviatura eres, sinónimo de placeres y desdenes cuando mi amor, mujer, esta presente, y contemplo bajo tu brillo de coral tu desnuda pasión sin condición, como el corazón que yace en lo más profundo de mi ser y amplios sentidos.
Eres arrogante y fiera; no me cabe en el pecho pensarme sin ti; qué sería de mí, qué será cuando estoy solo y te extraño como nunca sobre la tierra.
Dejaré sobre ti mi más bello recuerdo, dejaré sobre ti mi más bello error, dejaré sobre ti mis manos que están tristes de no tocarte y acariciarte cual tersa eres.
Oh, luna bella, convergente, inflexible testigo y fiel confidente cuando estoy junto a la noche muy abrazado contigo, amor; pedacíto de plata, amor, pedacíto de mí, amor de mis amores, zafiro celeste.
Marc Téllez González.