Mí país
nació feliz.
Antes de ser nombrado
era natural,
libre, puro
en su complejidad.
Había sacrificios,
algunos injustos,
la mayoría no tanto.
Pero en fin,
mí país
era feliz,
sin deudas,
ni desapariciones
Mí país
era el mayor tesoro,
bañado en oro,
en cultura,
y sobre todo
en el amor a la tierra.
Miles de indígenas
impregnaron su amor
a la naturaleza.
En su belleza
cometían torpezas,
pero eran libres
en nuestra tierra.
Miles de usurpadores
destriparon mí país,
robaron su amor,
destruyeron la tierra,
la cultura qué valía
más qué todo el oro
robado por aquel villano.
Hubo muerte,
desapareció mi gente,
el cruce de razas
fue influyente,
pará escribir hoy
en el maldito presente.
Algunos intentaron
liberarnos,
siglos y siglos,
mis antepasados lucharon,
derramaron sangre,
y aún hoy
seguimos esclavos
de los mismos ideales
de aquellos días.
Mí país
qué vive en agonía,
con lluvias, pero no de alegría.
Personas inertes
qué no piensan,
sólo se conforman,
sólo caminan
a dónde dicte el guía.
Algunas veces
en los fragmentos del tiempo,
mis ancestros
levantaron la voz,
algunos de mi generación
al igual que ellos lo hicieron,
pero igual qué ellos murieron
en la opresión del gobierno.
Mí país
qué en su belleza natural,
contiene en su vera
una maldita cloaca,
dónde el gobierno
no deja avanzar,
sólo nos hace trabajar
partir la espalda
por deudas
qué nunca acaban.
Sigue ganando el malo,
seguimos en la hipocresía
de lo que llaman democracia.
Libertad qué arde en llamas,
cuando alguien grita
y se manifiesta,
pidiendo derechos
qué están escritos,
pero nadie respeta,
nadie dice nada.
La autoridad los manipula
a su conveniencia,
pará que mi gente
se ahogue en esta
maldita cloaca.
Miles de fechas históricas
podría escribir,
podría redactar
los millones de inocentes
muertos, desaparecidos,
apresados, amortajados
algunos hasta empalados.
No hace falta,
mi gente conoce bien
qué en nuestro corazón,
cada uno de ellos vive,
bien dicen,
los de mi raza,
“la esperanza muere al último”
espero qué esa mujer
nunca muera,
y así mi gente,
respire, reaccione
y cambie.
Mí país
tan distópico,
donde día,
a día los burgueses son menos,
los pobres son más,
los pobres tienen menos,
y el rico más.
Dónde la muerte es el pan de cada día,
la opresión es acto del policía,
la rebeldía es apagada,
por el televisor a la hora de la comida.
Mí país
merece más,
mi gente merece
libertad, merece
amor,
pero para eso,
primero tiene
el deber de despertar,
volver al principio,
a amar a la tierra,
y sobre todo
al hermano de al lado,
ayudarlo,
para caminar hacia el mismo rumbo,
con el objetivo claro,
de salir de este calvario,
derrocar a las ratas,
al gobierno maldito,
qué nos tiene hundidos
en está cloaca.