Una tarde
con destellos càlidos
de un sol quejumbroso.
Una caricia tierna al alma,
bellos paisajes
vestidos de verde esmeralda
inflan el corazón de esperanza.
Y aquella estrella
que ilumina tenue
se asegura
un espacio en el cielo.
Ya no esta sola
ni es irreverente,
al contrario,
marca su personalidad
destellando colores
en su negro espacio.
Manda en cada onda energética,
mensajes de luz y consuelo.
El cielo no es frío
ni tenebroso,
sino un paraíso
de cumplidos deseos.