Un joven distraído, de repente
ve una piedra golpear una ventana
y asustado por el imprevisto accidente
ofrece disculpas a quien le reclama.
.
El joven queriendo ser condescendiente
se excusó respetuoso ante la dama
y ésta le obsequió palabras maledicentes
que logran al joven enardecerle el alma.
.
El joven ya con su paciencia ausente
en lanzar una nueva piedra se ufana
y ésta vez mil añicos resplandecientes
le ha regalado la ventana.
-----------------
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela