Cuanto dolor infame guarda el alma
sin poder controlar su sentimiento,
cae y recae en resentimiento
perdiendo para siempre la calma.
Va y viene como si fuera palma
que se dobla al tocarla el viento,
porque es tan grande el sufrimiento
que poco a poco se desempalma.
Por el constante asedio del engaño
se entreteje en desaliento y amor
que absorbe entre lamentos el daño.
Deambula entre cielos sin color
que de un modo nada extraño
pierde en un instante todo su valor.