Por la calle
se sentía una brisa,
la gente a toda prisa.
Yo cautivo
imagino un valle,
miles de árboles,
algunos animales;
todos con más sentido
qué los humanos
de mis realidades.
Voy perdido
entre tanta esquina,
algunas rotas,
como las ilusiones
de cada transeúnte.
Yo avanzo lento
a paso sencillo,
casi tranquilo.
Lastimosa realidad
con ruinosa rutina,
cansados van
en sus multitudes,
anclados a
la pantalla
de un celular.
Algunos rebeldes
ya cayeron,
pero ya no fueron
bien recibidos
en sociedad,
ahora sólo
viven varados
en los desechos
de la ciudad,
algunos sonríen
a su soledad,
pero ya no pueden
con la suciedad,
qué las personas
les arrojan
sin pensar.
Estoy cansado
de intentar ser
funambulista,
sentir la cuerda
floja después
de recorrer
una vieja esquina.
Las calles rápido
sin más se achican.
Lagrimas del cielo
diluyen lo monótono,
la gente huye,
se cubre por miedo
a empaparse,
a limpiar su falta
de pureza,
de equidad,
y sobre todo
de la búsqueda
de libertad.
Por la calle, voy
mojando
las partículas
de mi pequeño ser,
con las gotas
qué me regala
el bello cielo,
aunque también
ya lo han contaminado,
disfruto de los pocos
chubascos, llenos
de pureza, amor
y conciencia.
Conciencia
de querer paz,
armonía,
y tranquilidad
para al hermano
poder ayudar.