Caminando por un sendero a mí una luz llegó.
Atravesé el mundo entero y la luz no se esfumó.
Me abrió los cielos y el horizonte se calló,
la tierra se abrió en dos y apareció
un niño que envejeció, un viejo que no murió,
porque en mi corazón se enterró.
Y seguí avanzando por el camino
y nadé sobre las aguas y entendí
que el viejo yo sería
y quizás otro me miraría y yo no moriría,
ya que al igual que yo comprendería
que el viejo sería él.
Por no querer escuchar cuántos no ven,
por no querer observar cuántos no oyen.
Si no levantan sus ojos...
¡ay de ellos!...
no sabrán que los pueden mirar.
Para dar una mirada...
para ganar una vida...
una respuesta:
amor.