Flor Erendira

Anécdota de un atardecer.

Este no es un poema, solo es una anécdota, ayer estaba con mis amigas sentada en la banqueta, hablábamos de relojes y ropa de moda, levante un poco la mirada y me encontré con esta divina obra, la quise capturar en mi teléfono y aunque es demasiado bella… no se miraba igual que en la realidad, tenía azules, grises, rojos, naranjas, blancos, morados, algodones de nubes pintados y en sol metido entre las verdes serranías… No encuentro como explicarles que al mirarlo sentí una inmensa paz, sentí como alguien que no es de acá me decía mientras miraba al cielo, que nada podría ir mal… La luna también se asomó aunque un poco lejana con su sonrisa menguante lo miro ¿Quién se iba a perder tremendo resplandor?, no sé quién sea el encargado del cielo, pero debo decir que es un gran pintor, pues baje la cara unos segundos y cuando volví a mirar el crepúsculo cambió era igual de hermoso pero de otro color… no comprendí por qué me daban tremendísimo regalo, era un bello poema pintado, lleno de paz y de amor, sigo sin entender solo me queda agradecer tan hermoso atardecer… Espero también lo hayan mirado y de este regalo hayan disfrutado… cuando volví en si mire de nuevo a mis amigas, no se de que hablaban (literal vivo en las nubes) pero ambas sonreían y eso también es un regalo, la sonrisa de la gente querida es un enorme regalo para el alma y el corazón. Mis cariños para todos ustedes.

 

Flor Hdez. México.