luno

me ofreces

Me ofreces ocultas decisiones, 

deseos efervescentes

bajo la mesa esta rectangular, 

mesa que justo ayer 

fue vigoroso árbol en bosquete. 

 

Y es que van llegando peces piraña, 

en modo prejuicio, 

que remuerden con ahínco 

mi efímera conciencia cristalina 

el mismo día en que 

el televisor del salón 

volvió a quedar sin señal 

rompiendo así la rutina vacilante 

de la breve altura de miras 

de mi coqueta retina. 

 

Bajando por el caminito zigzagueante 

que sale a la derecha, si, ese, 

el mismo por el que tira todos 

los días aquel misterioso vagabundo, 

se arriba a la ciudad de las opacas 

oportunidades asfixiadas, casi 

ahogadas por el alcohol y la droga 

variante de la personalidad irascible. 

 

Los hijos del espacio y los primos 

del tiempo viven inmersos 

en un mar de subconsciencia tal 

que no saben realmente que 

el oír del silencio más tajante, 

más inmenso, más absoluto 

es porque algo raro, extravagante 

está sucediendo

en esta vorágine, que es sin duda 

el sinvivir diario, 

en la que caímos

cuando dejamos de ser niños. 

 

Y aquí seguimos sin remedio, 

tirando hacia adelante, 

en esta jaula de grillos trampa 

en la que entramos 

cuales sonámbulos andando 

por el cable de un funambulista 

al que le salieron alas de dragón 

multicolores en la espalda 

el verano que le picó la avispa.