Me duele pensarte, imaginarte, verte, visualizarte, vislumbrarte, recordarte.
Me duele hacerme viejo, hacerme solo, hacerme triste, hacerme opaco, hacerme eterno.
Mas no me duele ser quien soy,
ni me duele lo que tengo,
ni me dañan mis carencias,
ni me embargan los rencores o las culpas.
Por decreto divino he tocado las nubes de la distancia
que existe entre el hombre y su conciencia de ser humano,
y de ser libre, ser amado, digno de amor.
Ahora,
paciente,
crezco
en soledad.
Ahora,
dolente,
me olvido
de ti.