Tu eres el sendero que socava
mis flores,
mujer piel de luna,
aurora tremenda,
cuerpo caliente,
idea momentánea.
El cabello plateado tiñe de luto
la ciudad y distorsiona la
cultura de la esperanza.
Yo que he sido cauto entre
atardeceres y atardeceres,
ingenioso como buitre constructor
de pueblos,
vi el fracaso galopando por entre
miradas ocultas y mañosas.
Hace poco se rompieron las
palabras con el lenguaje inmoral
y la lógica absurda y secundaria.
Pero tú,
que poco sabes del dolor de los
caimanes asesinados y desollados
entre olas muertas,
dijiste que eras rabiosa y amiga
del silencio làstimero y bruto.
A los líderes y guerreros rojos
los dejaste entrelazados en la
infelicidad de unas tumbas siderales.
Lleno de la totalidad de la ira,
atisbo mis arcabuces y elevo mi voz
frente a todas tus obras destempladas.
Empero aun así tú sigues siendo la sombra
y la pesadumbre de todos
los dolores del mundo.