Y quién soy yo para tenerlas en celdas cristalinas falsamente cerradas.
Que llevan tiempo queriendo salir, ahogándose en los gritos de un silencio más profundo que el avismo por el que deseaban suicidarse.
Que ha sido un fracaso mi deber de celador y se me escapan a enredarse en pañuelos de papel que no he sabido convertir en veleros para que, al menos a ellas, su libertad les sepa a victoria.
Esa victoria que veían posible cuando jugaban a ser espejo de la lluvia tras el cristal, como niños haciendo carreras por el asfalto de mis mejillas.
Que alguna logró escaparse y otras se disolvieron en la cuneta de unos labios con demasiada sal.
Pero no importa cuantas de ellas fracasen, pues han creado su propio ciclo del agua y le han cogido el gusto a limpiar las impurezas a las que yo me aferro, las mismas impurezas que les dan la vida.
\"Mis reflexiones de sofá\"