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Pensamiento I

La torpeza de caminar,
querer rápido avanzar,
tú en el maldito crepitar.
Penar en lo bueno de amar,
el llover escuchar,
los verbos conjugar,
pero no le encuentras  el sentir
a este declive del vivir.

Creces en el mundo.
Empiezas siendo un retoño,
terminas siendo un estorbo.
Mejor muertos dicen unos,
otros te apoyan y te entierran
en el cementerio.
Cómo lo han hecho desde hace siglos.

Quiero escribir hasta morir,
vivir por los siglos en el papel,
resurgir en la mente
de un infeliz, o un curioso
qué quiera conocer
las letras de mi alma.

No soy el mejor,
pero no me causa dolor.
Sólo disfruto
el dictar palabras,
anotarlas con tinta
en el folio en blanco,
esté qué absorbe,
quiere, y purifica
las ideas de mi alma.

Vuelan los mundos
en la mente del escritor.
El poeta conoce universos,
infinitos cósmicos,
llenos de recovecos
preparados para estallar,
liberarlo en un mar.
Mar de letras que listas están
para en el exilio del folio
poderlas plasmar.
En fin poetas
inundan con su prosa
la monotonía de las cosas.

Quisiera ser eterno
en el mundo tan efímero.
Volar entre los corazones
del humano y los animales.
Crear mundos inimaginables,
donde los problemas se esfumen,
lo complejo sea arte.
Y el amor sea el Dios, el arquitecto.
Sin odio, todo, todos con amor.

Tal vez lo deslucido de mi texto
no sea ameno para unos y otros.
Pero el empeño qué hay en ello,
algún perspicaz en su felicidad
lo podrá detectar,
y compartir tal vez con los demás.