Lo siento,
de verdad lo siento.
Quizás algún día lo entienda,
quizás algún día ya no importe
y no sea más que otro recuerdo
y huella de crecimiento
en las arenas de la consciencia;
pero ahora lo siento.
Y tu, corazón mío, sigues allí latiendo
tan leal a mi, tan lleno de agujeros.
Puedo sentirte tan real como la pena que siento;
¿quién dice que el alcohol no sirve para curar heridas?
Olvida la receta médica, alza tu copa al cielo.
Brindemos, corazón...
brindemos.