Nos refugiamos en las leyes civiles
para consentir ciertos actos.
Fijamos esa mayoría de edad
como el límite
para poder dar el salto al abismo,
sin Decreto o equivalente,
eso sí, salvo el cumplido beso.
Nos imponemos normas de obligado cumplimiento,
cuando el cumplimiento es ya injusto,
desahuciamos,
a los desahuciados en vida,
en lugar de construir normas
en busca de la felicidad.
Y le pregunto, a los de allí arriba,
aquellos que las piensan, estudian, redactan, transcriben, publican, reforman
porque colocamos cicatrices, donde no hay herida
porque nos ponemos vendas en los ojos
si necesitamos la vista,
el miedo nos hace quedarnos inmóvil
como las estatuas a los Dioses,
y nadie quiere perder el pedestal que le sirva de apoyo.
Así pensando, esta mañana salí de paseo,
dejé el cuerpo en casa
tumbado en el sofá
Algunos transeúntes me miraban extrañados,
otros mostraban indiferencia,
yo pensaba será el miedo.
Pues no, no era el miedo
es la indiferencia hacia las leyes Naturales,
aun siendo animales,
dejamos hace tiempo de parecernos a ellos,
por las Leyes Civiles.