El frío de mi cuerpo te reclama
pues mi alma es sol en el silencio
que busca por todos los ocasos
esos misteriosos ojos del verano.
Amo la locura con que me besas
proyectándome a la vida como flama
que prende mi paisaje color grana
donde mi ser se acurruca como nido.
Ahí, bajo el crepúsculo ebria y en llamas
seré himno en la copa de tus entrañas.
Flexible como el vuelo de dóciles alas
sofocando el aliento de la ansiedad que brama.
Yo suspiro con el aroma de tu cuerpo
cuando enhebras el contorno de mi cintura
con fulguraciones de tus bellas rosas oscuras
que mis manos desgranan con su anhelo.
Mis capullos, cual flor de los encuentros
se abrirán cual rojos amarantos
que entre locas convulsiones de deseos
descubrirán mi espíritu encendido.
Con las bellas promesas que tus manos
ofrecieron a mi alma sin buscarla;
en el palmar de las pestañas de tu puerto
naufragarán mis pupilas inconscientes
Mientras la luna se desbanda agitada
y se quiebra el cielo claro en el olvido
bajo el embrujo de nuestros sueños,
nos cobijamos en su penumbra dibujada.