Ando claro y tranquilo,
incólume y reflexivo,
mirando a lo lejos,
los destellos del honor,
el horizonte bordado,
mi obra y mi legado.
Oteo el firmamento,
atisbo su contexto,
sublime, azul y etéreo,
superando sus peldaños,
para nacer de nuevo,
elevando mi vuelo.
Continúo caminando,
sin cesar y con denuedo,
el suelo de mis anhelos,
paso a paso los coloco,
ando a pie y descalzo,
hasta escalar el cielo,
el Reino de Dios.