Ha llegado el otoño,
las sienes plateadas, me recuerdan las hojas moribundas.
El cielo entelado
se refleja en el gris de mis ojos turbios
mientras el viento resuena en mis oídos
con si lúgubre llanto.
Ha llegado el otoño
y las playas de mi vida se han quedado vacías,
las olas arrebatan la arena
dejando el pedregal al descubierto.
Bandadas de gansos atraviesan el cielo
en busca de la tierra prometida
pero yo me acurruco ante un hogar baldío.
Ya no tengo alas, ni fuerzas, ni destino
y bebo las gotas de lluvia en los cristales
mientras el cielo amenaza presagios negros
tormentas de granizo
pedregadas de fuego
Quisiera ser un oso
tapiar mi madriguera ,
dormir contigo el sueño del invierno
y despertar de nuevo en primavera,
pero apenas soy un hombre
un granito de arena vagando entre dunas transhumantes
esperando el siroco justiciero
que me eleve en un soplo más allá de las nubes
más allá del invierno
más allá de la vida.
más allá de la nada.