El sol pidiendo paso
y el tráfico empeñado
en no dejar pasar ni una.
Humaredas de hidrocarburos
quemados
alojándose
en pulmones que gritan
¡tos! a los cuatro vientos.
¡Oh, limpias energías renovables!
frente a la tozudez
del sucio petróleo
manchado de dólares...
Y a mí que me da por ordenar
mis pensamientos
y pienso
que tiene razón el sol,
que tiene preferencia
sobre el automóvil,
chatarra contaminadora
de espacios y almas.
Ahí dejo caer la cosa,
el que quiera
que me siga
y el que no, que continúe
tosiendo
hasta la muerte...
Ya sólo queda
como último intento
escuchar la opinión
del árbol exhausto
de la avenida
de la santísima asfixia...