La tremenda realidad
de que las peores cosas ocurren
por la mecanicidad, el hábito y la hipocresía
del hombre decente y de su buena voluntad
de decidir hacer el bien, justificando actos
de los que no se hace responsable.
Ante tanto idiotismo atávico,
nos contentamos
Ante la propia mirada subjetiva
y de esa pequeña burbuja
juzgamos de todo y de todas las cosas
Hacemos, educamos, votamos,
decidimos, tenemos hijos y hacemos guerras
Escribimos ...
Somos parte de todo y de la nada.
Somos parte de la educación
del hombre civilizado
en el estado de la conducta mecánica,
en la anestesia de los propios sentimientos
y en la careta social.
Eso somos y en lo siento mucho,
es parte de la educación.
Y, así somos, tú y yo.
Mientras el horror acontece
y el sufrimiento es más intenso y absurdo
se disemina y multiplica como la peste.
Somos responsables, tú y yo
de todos los males del mundo
Somos la bestia.
Dañina, enfermiza y cruel domesticada
en el instinto de la decadencia
tranformando todo en máquina, en lo siniestro.
Y es este deseo
inconfundible de transformación,
de este desconformismo de ser mediocre
y esta necesidad de tener conciencia más allá
el que me lleva a separarme de ti
y no vivir hipnotizada ni en la ilusión
La vida te da sorpresas
en los rinconces menos inesperados
No, no eres tú ni tu amor.
Soy yo, solo yo, deslumbrada por la noche
Mané Castro Videla