Ya ves, ahora soy sólo un extraño
tratando de mirarte desde lejos,
desde el propio callar del ermitaño
que se esconde en el gris de sus espejos.
Pero, ¿sabes? Yo sigo siendo el mismo,
con mis viejas y sordas ataduras,
con mis letras que vencen al mutismo
y con mi sueño, en donde aún perduras.
El tiempo de abstracción y de sosiego
se escurre suavemente entre la brisa
y entonces a esa brisa yo me entrego
con la dulce visión de tu sonrisa.
Vives en mí, en mí y en mi poesía,
destellante en mi más bella utopía.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.