No mezclo el verso con la prosa. Y la prosa no yace en rimas, que esa rima no está en la prosa. Y que el verso sea corto y transigente. Como la prosa sea larga para así complacerte. Como el poema que es poco, significante de demasiado; en mi escrito mucho, pero sólo vacío y exasperado. Reglas dadas, no debidas. Debido es lo indebido para aquello que no debe ser, ni será ni nunca ha sido. Más sin embargo, no me importa lo escrito. Yo deseo que juntos estén, en ésta, su adyacencia prohibida.
Que el verso yazca en la prosa y la prosa duerma junto al poema
Prosa caprichosa, sublime y en esencia intransigible, dócil como verso, toma mi dolor y conviértelo en algo eterno y bello. Has que converjan poetas, bohemios y serios. Que amen intelectuales y que piensen enamorados. Que los números formen parte de romances y brinden esa alegría. Que infinito sea amor, y que tú seas la incógnita que he estado buscando para mí ecuación. Que te dedique horas de estudio y desvelo, para comprender tu amor y dolor. Que componga mi tesis sobre tu cuerpo claro y soberbio, mientras tú evalúas eso, a lo que llamas sexo.
Entonces seré un genio de los versos, un amante de las ciencias, y un loco más por aquello. Olvida el crepúsculo y la medianoche. No imagines el amanecer ni sientas el calor de mediodía. Porque yo soy tu tiempo y tu alegría. Tu clima incesante y tu perpetua agonía. Soy el sentir y el placer. Soy la convergencia de tus vivencias. Soy el verso hecho prosa, y la prosa que se convierte en poema. Soy el Dios y soy el Diablo. Soy aquél amor junto a ti, amor. Soy eternamente efímero.
Cuando me busques, me hallarás aquí, entre las penumbras y luces del cielo. Entonces, me amarás allí, en ese momento. Soy tu tiempo y la nada. Junto con estos mil y un sentimientos, formo eso, que ha ganado tu menosprecio, desapercibiendo la importancia de aquello, a lo que creía era amor, no dolor; aprecio. Pasiones y prohibiciones, eso soy, aunque no te guste, aunque no me busques, soy yo. Soy aquél que no quieres, aquél que se ha ganado el desprecio. Aquél al que amas y aborreces. Soy tu verbo. Soy tu verso. Soy lo prohibido y divino. Lo aceptado y aberrado.
Soy la adyacencia de lo indebido.