Mi abuelita muy risueña
se me llena de tristeza
cuando va cargando leña
arriba de su cabeza.
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¿Qué pensará la cayena
cuando te vistes de fiesta
en las parrandas llaneras
adornando tu cabeza?
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De manera muy discreta
vamos todos al fogón
por el olor a manteca
que nos brinda el chicharrón.
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Dejé tantas piedrecitas
regadas por el camino
a ver si te facilita
el encontrarte conmigo.
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La luna que nos alumbra
a lo largo del sendero
me da inspiración fecunda
para escribir lo que quiero.
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Arroz blanco con frijoles
y su carnita guisada
rebosan en los peroles
sobre la estufa apagada.
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Se rompió mi pantalón
y descosió mi camisa
bajados del tendedor
cuando llegó la llovizna.
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Qué dirá mi tía Trina
cuando se entere que yo
me comí la dulce piña
que guardaba en el tazón.
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Ese bonito sombrero
de brillante pelo\'e guamo
gran obsequio de mi abuelo,
regalo de cumpleaños.
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Adiós amigos, me voy,
me voy pero pronto vuelvo,
cambien la cara por Dios
que solo digo hasta luego.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela.