En mi mente castillos el cielo tocan,
se derrumba el sol cuando llega la hora.
Con tu reflejo mi espejo se enamora,
y no se lo impido yo, nunca lo hice, tampoco ahora.
No te quiero buscar, y sin embargo apareces;
tengo miedo de tus besos, porque sé que me enloqueces.
Retírate en el instante en que mi puerta se cierre,
no quiero alargar el martirio de perderte para siempre.
Acércate que te mire, ya nada más me interesa
que guardar para mí tu olor y tu mirada traviesa.
Sales y entras libremente, cuando no miras me escapo.
Si me atrapas me conoces, por eso siempre me desato.