Fuiste mi provisión,
la semilla inteligente.
Algo quedó del vapor,
algo cambio no lo niegues.
Al sembrarte me faltó,
una palabra inocente.
Y aquel cable se explotó,
por el lado que no muerde.
Tengo muy poco tacón,
para un salón de valientes.
Tu tomando decisión,
eres un tonto demente.
De ti me guardo un vagón,
cargadito de serpientes.
Un disfraz de compasión,
igual me sirve en diciembre.
Brindemos por el valor,
de dos niños que no aprenden.
Aun me asusta ese dolor,
que termina siendo alegre.
Nos une esa noción,
de que somos diferentes.
Con muy poca difusión,
pero en el fondo decentes.
No merezco algo mejor,
ni tampoco retenerte.
Juntos somos de terror,
como el viernes para el trece.
Pero somos tradición,
cuando llueve y en la nieve.
Es que tu eres la estación,
que me quita y no devuelve.
No te burles del guión,
tal vez me asuste perderte.
Cuando me falte el perdón,
y te vuelvas suficiente.
Tu bien sabes que yo soy,
en ocasiones hipérbole.
El juicio nunca llegó,
la calma no me sostiene.
No vale decir adiós,
ese juego te conviene.
Para quitarme la voz,
y quedarte para siempre.