Mauro Enrique Lopez Z.

Rosa veranera

Domingo tomando un descanso,

pasò un vendedor ambulante

que hace endulzar el paladar,

le dije:

dame un helado de chocolate,

lo tomè y me preguntò:

¿puedes esperar?

para que veas pasar esa rosa veranera

y alegò:

Dios es tan bueno con nosotros

por tener tantas cosas bellas aquì en la tierra.

Me quedè asombrado de còmo ella movìa su cadera.

¡Ay hasta el helado se derritiò en mis manos

al ver tanto encanto de mujer,

y me quedè inspirado

escribiendo este poema.