Domingo tomando un descanso,
pasò un vendedor ambulante
que hace endulzar el paladar,
le dije:
dame un helado de chocolate,
lo tomè y me preguntò:
¿puedes esperar?
para que veas pasar esa rosa veranera
y alegò:
Dios es tan bueno con nosotros
por tener tantas cosas bellas aquì en la tierra.
Me quedè asombrado de còmo ella movìa su cadera.
¡Ay hasta el helado se derritiò en mis manos
al ver tanto encanto de mujer,
y me quedè inspirado
escribiendo este poema.