La inocencia me pregunta por la muerte.
¿Qué si bailan con las nubes?
¿Qué si son felices ante nuestra tristeza?
¿Qué si duermen con las estrellas?
¿Qué si juegan con un caballito de cartón?
¿Qué si abrazan a la luna?
¿Qué si las alas son suaves?
¿Qué si toman café cuando sale el sol?
¿Qué si nos ven?
¿Qué si nos oyen?
Y yo mirándole con resignación...
Le digo que sí.
Y le abrazo.