El tiempo me ha cobrado su factura.
He visto como los pedazos de mi mundo se pierden en el pasado,
mientras el paso firme de la vida me lleva a un lugar incierto y atemorizante, provocando un vacío en mi pecho.
Pero todo lo sanas cuando temprano por la mañana escalas hasta mi lecho, posas tu tibia mejilla sobre mi pecho y con tu voz suave me dices papa.