Se levantó temprano aquel mediodía por la noche.
Lavo su carita con el agua seca que emanaba del desierto. Esa que reseca el alma empapándola hasta chorrear soledades.
Lento fue caminando buscando el lucero mañanero que le indicara las tinieblas, él se había marchado iluminado por la luz radiante de la oscuridad.
Mientras caminaba por el bosque desértico, la suave y punzante caricia de las espinas, desgarraban su piel virginal, mientras la rosa de castilla le exhaló su agrio y maloliente aroma de muerte.
Seguía buscando a su amado sin encontrarlo. No aguantó un silencioso grito desgarrador, que brotó de lo más íntimo de sus entrañas e hizo añicos su esperanza perdida.
Gotas afiladas del rocío se incrustaron en su coronilla, produciéndole un inquietud.
– ¡Desdichada soy, maldita entre las malditas! - Se susurró en un alarido pungente - .
Sin darse cuenta llegó al mar evaporado de sus deseos y se zambulló en la arena de su pasión ausente. En lo más profundo se encontró con la mirada angelical de aquel demonio marino.
– ¿Dónde está mi amor, aquel verdadero que he perdido?
– Sé donde se encuentra, mas no te lo diré pues ese cariño que sienten me ha ofendido.
– Te lo suplico, por tus malignas entrañas, por lo que alguna vez has malquerido, dime dónde se encuentra.
– ¿Qué me darás a cambio, asqueroso ser que en el amor buscar felicidad, realización y placer?
– Mi alma a cambio te daré si me dices donde yace quien siempre he de querer.
– Lo verás, más no lo podrás tocar. Lo besarás, mas él tus besos no sentirá, lo abrazarás, mas tu presencia él no notará. De frente a él estarás, mas él te ha de ignorar.
Un silencio sepulcral se interpuso entre ella y aquel nauseabundo ser. Después de un segundo que duró un milenio, se escuchó de nuevo la voz de aquel demonio
–¿Aún así el trato quieres cerrar?
– Tu crueldad no tiene límites, pero me conformo solo con verlo, aunque no lo pueda tocar. Mi amor será eterno. Moriré con su nombre en mis labios, aunque él de mi no se acordará.
– Una cosa siempre he admirado, – respondió el ente infernal –. La capacidad de amar de seres mortales. Envidia siempre siento, soy sincero y por una vez en mi vida no miento.
Allá va nuestra amada, al encuentro con el amado. Él ni siquiera la ha notado. En un descuido de aquel vil ser, ella se coló en sus sueños. Se amaron como nunca, se entregaron por entero. Él la atrapó para siempre en su mundo interno. Espera con ansia cada noche, para abandonarse al mundo onírico y encontrar a su enamorada en un mundo mágico y rico.