La vieja CORINA
calzando sus zuecos
alisaba la senda
buscando consuelo
La cántara al hombro,
pesaban los años
la noria entregaba
las aguas de antaño.
El polvo pulido
pintando su sombra
de color castaño
y, de la cabeza su paño.
Que siempre llevaba
como fiel compañero
para contarle a pausa
sus raros recuerdos.
La vieja cocina
barnizada de negro
por el humo de espino
encendiendo el caldero.
El blanco palomo
ladrando aquejado
del montón de años
que lo han agotado.
La inmensa pieza
de color terrado
sintiendo la tibieza
del carbón colorado.
La gran parvada
de gallinas y pavos
agitan corriendo
sus músculos alados.
Bajo el corredor
como gran escenario
comían piaban
como el cantor canario.
CORINA miraba
los cálidos cerros
que el sol iluminaban
con gritos de perros.
En un trance preclaro
pensaba en su viña
este año quisiera
volverme una niña.
Así levantarme
solo con empeño
sin rosas ni espinas
cumplir con mis sueños.
CORINA caminó
lenta al atardecer
entre nubes negra
con miedo de fenecer.
Hoy día ya yace
al pie del espino
con flores cortadas
de su propio camino