lunes, 11 de julio de 2016.
¡Lo siento, no debimos existir!
La tempestad del recuerdo absorbe la poca tranquilidad que guardaba, ya han pasado 8 meses, el guardia que era el tiempo ha fallado, mi cerebro se convierte en máquina del tiempo, hace que viaje al pasado que tiene más vida que el presente, tengo de lado mi cuerpo entre las sábanas, llueve, llueve en cada rincón que intento distraer la mente, estas allí, aquí, allá, vienes y estropeas mis manos con un dolor indomable, los rayos de luz intentan descubrir el fondo de mi espalda pero la luz es intrínseca, frágil, si fuese tu piel seguramente deslumbraría y abrirías mi universo.
Pienso en ti, pienso en la nada, escucho el silencio. Me pregunto cómo hubiese sido despertar y encontrar la seda lacerante de una mañana fugaz… no sé si es admisible, si es un buen método irme cada 5 segundos y crear el mundo junto a ti. No estoy de acuerdo cuando dicen que sufro de melancolía crónica, es que sufro de realidad, sufro de ausencia, sufro de la inverosímil tragedia viviente, morir para vivir, vivir para morir, sufrir para vivir, soportar, padecer, afligirse, conformarse con la existencia para no morir de una obstrucción sanguínea.
Te recuerdo, te recuerdo, te recuerdo… préstale atención a la lluvia mientras exista en ti silencio, escúchala, sólo percibe su dolor semejante al término de un adiós. Fatiga, fatiga esto de levantarse y empezar muriendo.
¡Lo siento, no debimos existir!