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Navegante de pieles inexploradas
escapas de una cárcel de añoranzas
donde los habitantes son un mar de penas
y las olas se agitan en fuga.
Navegante, navegante…
Viajera movida del sentimiento,
navegas el delgado río de los pesares
llamada por un corazón partido
y te desvives fuera de tu manantial.
Viajera en un rostro con mil señales
remites a la fuente del dolor
y en surcar te empeñas el teatro
menos visible del alma.
Navegante, viajera…
Caminante no te detengas;
al final, ese rostro te apreciará
porque allí estarán mis labios para sorber
tu destino y reparar la desdicha de esta amante…
Navegante, viajera, caminante…