De repente la vi. Salió de un edificio y comenzó a caminar delante de mí.
La estela de la fragancia que llevaba me hipnotizó. Era un perfume con un toque de rosas, herbáceo, leñoso, dulce, afrutado….
Su caminar elegante y sensual me embelezó. No sé por qué, pero me hizo recordar una pantera.
Me mantuve a cierta distancia para poder contemplarla sin que ella se diera cuenta.
Llevaba una blusa blanca de seda, un tanto transparente, que dejaba ver su brasier; una falda azul marino, con un cierre corto por detrás, que resaltaba sus caderas; unas medias de rejilla negras, con esa costura por detrás. No pude dejar de parpadear; unos tacones vertiginosos que le hacían elevar sus nalgas, firmes, perfectas, poderosas... El pelo oscuro suelto de daba un toque de diosa, hasta el mismo viento se rendía a sus pies y no se atrevía a moverlos con fuerza.
He de confesar (ruborizo al hacerlo) que sentí un suave calor en mi vientre, mientras mi escroto secontraía...
– ¡Contrólate! – me dije –.
– Es que es la criatura más hermosa que he visto en mi vida. ¡Dios! Es preciosa Y mira como mueve esa cintura. Debe ser una bomba en la cama – seguí mi monólogo interno. No pude contener una pícara sonrisa –.
Quizás fue la insistencia al mirarla que, cuando menos lo pensé, se volteó. Me miró a los ojos. En ese momento mi corazón se detuvo. El tiempo desapareció. Un frío me recorrió la espina dorsal y me detuve en seco. No quiero ni imaginar la cara de idiota que debí poner. Se sonrió, me sonrió. Pensé que me iba a desmayar. Comenzó a caminar a mi encuentro. Comencé a temblar.
– Esto no puede ser, tiene que ser un sueño. – me dije sudando frío –
– Hola cariño ¿Qué tal estás? – escuché su voz angelical –
– Bien…. – Comencé a responder cuando, de repente, escuché una voz masculina detrás de mí –.
– Bien tesoro. ¡Estás preciosa!
Sentí un incendio en mi cara. Vaya figura de mierda que había hecho. No me quedó otra que sonreír, bajar la cara y ponerme de lado para dejar que ella pasara. Cuando se encontraron se dieron un beso apasionado.
– alaaaaa – Dije para mis adentros – La estocada final. La guinda encima del helado.
Él la abrazó por la cintura y ambos desaparecieron a lo lejos.
Suspiré profundo. Miré hacia todos lados esperando que nadie hubiese visto la figura de m….. que hice. Retomé mi camino y me dirigí a Mercadona. Regreso a mi cruel realidad. Al menos viví una mini fantasía.