Guión
Primer Acto
La Rosa que Hiere
Y se dirige hacia la cocina Doña Laura del Monte...
Doña Laura del Monte: “Oye, Don Horacio del Bosque, le dije ayer que me cortara una rosa del huerto de enfrente, el que esta frente a la cocina, para adornar un florero en la habitación de Silvia…”
Don Horacio del Bosque: “Sí, Doña Laura, yá se la corté, pero tiene sus espinas, ¿así, se la dejo…?”
Doña Laura del Monte: “Sí, a la niña le gustan así, usted lo sabe, ¿verdad?...Graaacias…”
Y sale de la cocina los dos cada uno por su lado…
Doña Laura del Monte se dirige hacia la habitación de Silvia y abre ventanas...
Silvia del Monte: “Ayyyy, yá salió el sol, estoy aún cansada…”
Doná Laura del Monte: “Cansada de qué, de dormir, levántate yá, el desayuno esta en la mesa yá…”
Silvia del Monte: “Me hace falta el olor a rosa, ¿y, mi rosa…?”
Doña Laura del Monte: “Yá, Don Horacio del Bosque, me la cortó y está allí, esperando que la suba para acá, a tu habitación, niña, báñese, tiene toallas calientes…”
Doña Laura del Monte se dirige hacia la mesa donde todos desayunan…
Jacinto del Monte: “Buenos Días a todos…”
Todos en la mesa responden con un “Buenos Días…”
Silvia: “Padre, mi novio Pablo de la Malta, quiere pedir mi mano ante usted esta noche…”
Jacinto del Monte: “¿Por qué él no viene a decirme eso a mí?, En vez de tú por él, eso deja un mal sabor de boca… hija mía del alma…”
Silvia: “Ah, es que lo concretamos los dos, anoche cuando estábamos juntos en el jardín de rosas…”
Jacinto del Monte: “Eso no es un juego, hija mía…”
Doña Laura del Monte: “Hija mía, ¿en verdad te quieres casar…?”
Silvia: “Yo lo amo mucho, y si es así, pues, me caso con él…”
Silvia sale del comedor y se dirige hacia Don Horacio del Bosque…
Don Horacio del Bosque: “Le he cortado una rosa para su habitación, niña…”
Silvia: “Gracias Don Horacio, Don Horacio ¿yá llegó mi novio…?”
Don Horacio del Bosque: “Sí, mi niña está en el jardín esperándola…”
Silvia se dirige al jardín...
Pablo de la Malta: “Hola, Silvia, mi amor…”
Silvia: “Hola, mi amor, muuuuuuuua…”
Silvia le planta un beso a Pablo de la Malta
Pablo de la Malta: “Quiero pedir tu mano, yá, ¿yá se lo dijiste a tu padre…?”
Silvia: “Sí, mi amor, quiero casarme lo antes posible para darte muchos hijos, muuuuua…”
Otro beso de Silvia hacia Pablo de la Malta...
Pablo de la Malta: “Será una noche excelente, con la luna en el jardín de rosas y el olor a rosas que tanto te gustan…”
Se despiden y cada uno a sus faenas…Pablo de la Malta labora como empresario y la niña ayuda a su madre en la casa…
Y llega la noche y todos se preparan para la ceremonia en pedir la mano a la niña…
Entran a la sala con vista al mar…
Jacinto del Monte: “Ah, mi niña yá se quiere casar, más joven que tú, nos casamos Doña Laura y yo…”
Doña Laura del Monte: “Así, es mi amor…”
Se presenta el acto ceremonial de la noche...
Pablo de la Malta: “Yo, Pablo de la Malta, hijo de Don Roberto de la Malta y de Doña Rosa de la Malta, deseo en esta noche pedir la mano de su hija Silvia del Monte para casarme con ella en Santo Matrimonio en dos semanas…”
Jacinto del Monte: “Sí, Pablo de la Malta, yo y mi señora Doña Laura del Monte estamos en acuerdo de que tú seas el esposo de nuestra hija Silvia, y te la concedo en santo matrimonio…”
Silvia: “Sí, acepto padre, en casarme con Pablo de la Malta, lo amo y quiero que sea mi esposo…”
Los novios salen al jardín de rosas…
Pablo de la Malta: “Silvia, te entrego este anillo en símbolo de mi amor por tí, y esta rosa con espinas en símbolo de que la vida no es fácil...Huele a su olor a rosas, y toca sus espinas, ¿verdad que hieren?, pues así, es la vida, a veces te dá buenos olores y a veces te dá amargura y dolor…”
Silvia: “Sí, mi amor lo sé, que la vida no es fácil, pero, con nuestro amor lo soportaremos todo, desde el principio hasta el final, nada ni nadie nos separará…”
Segundo Acto
La Rosa Marchita
Silvia entra a su habitación…
Silvia: “Mamá, mi rosa ha marchitado, desde que Pablo me la regaló y nunca había pasado cosa igual…”
Doña Laura del Monte: “No lo puedo creer, las rosas aquí no habían nunca marchitado así, hija mía…”
Silvia: “Ay, me pongo histérica, llama a Don Horacio del Bosque, para que me dé una explicación de ésto…”
Llega Don Horacio del Bosque a la habitación…
Silvia: “Don Horacio del Bosque, ¿por qué mi flor, mi rosa ha marchitado?, ¿por qué mi rosa se ha quedado así, fea y sin color...?”
Don Horacio del Bosque: “Le respondo, mi niña Silvia, usted se ha olvidado de regar, dar sol y luz y de poner en el florero de siempre…”
Doña Laura del Monte: “Ay, a mí se me ha olvidado también el florero, oh, pero yá marchitó la rosa, tan bella que era…”
Silvia: “Pero, yo quería esa flor, porque me la regaló Pablo de la Malta…, era la única sin capullo…”
Don Horacio del Bosque: “Creo que en el jardín hay una y no es un capullo, tiene sus pétalos bien abiertos…la buscaré para usted mi niña Silvia…”
Silvia: “Ay, por favor Don Horacio del Bosque, se lo agradeceré…”
Don Horacio del Bosque, sale de la habitación y se dirige hacia el jardín de rosas…
Pablo de la Malta: “Hola, Don Horacio del Bosque, ¿cómo está Silvia…?”
Don Horacio del Bosque: “Mal, la rosa que le regaló usted, marchitó, se puso fea, sin olor y sin color…estoy en busca de una nueva rosa para ella, la que no tiene capullo, con espinas, y los pétalos bien abiertos…”
Pablo de la Malta: “Corte la rosa, yo se la hago llegar en mis propias manos…”
Don Horacio del Bosque: “Dígale que la riegue, la ponga a la luz del sol y le dé mucho amor, lo que no hizo con la otra…”
Tercer Acto
La Nueva Rosa
Entra a la habitación Pablo de la Malta con la rosa nueva…
Silvia: “Hola, Pablo de la Malta, me das otra rosa y de tus manos, espero cuidarla mejor que la rosa marchita…”
Pablo de la Malta: “Te entrego la nueva rosa, aquí y ahora, que quede mi amor por tí simbolizado con esta nueva rosa sin capullo, con espinas y pétalos bien abiertos…”.
Silvia: “Sí, la acepto con el dolor más amargo de vivir la vida, con espinas que hieren en lo más profundo de mi ser, y en su olor el más capricho de los sentidos por amar el amor que te doy…”
Pablo de la Malta: “Vá mi existencia hacia tu existir, vá mi corazón hacia tu corazón, y mi alma a brindarte la luz en tus ojos, amor…”
Doña Laura del Monte: “Hija mía, pon la rosa en el florero…”
Silvia: “¡Ay, ay, ay, me he herido con las espinas de esta rosa, es muy fuerte el dolor…!”
Pablo de la Malta: “Ay, qué mucha sangre aquí, amor, te has herido con las espinas…”
Silvia: “¡Ay, no es nada, es una espina que no supe agarrar la rosa por donde no tenía espinas…”
Pablo de la Malta: “Yo, te sanaré. mi amor, con mi amor, dame la herida en mi alma y en mi corazón esta latiendo velozmente por tí…”
Cuarto Acto
Los Preparativos de la Boda
Entra en sala Doña Laura del Monte…
Doña Laura del Monte: “Hija mía, ¿cómo van los preparativos de la boda?, mucho trabajo…”
Silvia del Monte: “Ay, mamá estoy confeccionando los centros de mesa, ven ayúdame aquí…”
Doña Laura del Monte: “Sí, hija mía, yo también pasé por este momento cuando me casé con tu padre…”
Silvia del Monte: “Sí, madre, pero eran otros tiempos…”
Doña Laura del Monte: “Ay, era lo mismo hija, aunque las cosas ahora son más bonitas…”
Silvia del Monte: “Ayyyyyy, ay, me herí, otra vez con esta rosa, son sus espinas, fuertes y muy agudas…”
Doña Laura del Monte: “Ay, Silvia, tienes sangre, mucha sangre en el dedo…te pondré un bendaje, déjame ver….”
Silvia del Monte: “Mamá, llama a Don Horacio del Bosque, para que traiga más rosas del rosal del jardín de rosas…ya estoy curada…gracias...”
Doña Laura del Monte: “Yá, casi terminamos hija mía, quedaron preciosos…”
Quinto Acto
La Boda no Vá
El padre de Silvia no quiere que su hija se case…
Don Jacinto del Monte: “Hija mía y adorada como la rosa, no quiero que te cases con Pablo de la Malta, porque no quiero que nos dejes solos…”
Silvia del Monte: “Ay, padre los hijos se casan como ustedes también lo hicieron una vez…”
Don Jacinto del Monte: “No quiero, (rompe a llorar), no quiero hija mía, eres como la rosa del jardín de rosas de la casa…”
Silvia del Monte: “Yá, sé papá, fui un capullo, y yá abrí pétalos para que en el mañana pueda deshojar cuando yá llegue otoño…”
Don Jacinto del Monte: “Tú, hija mía, siempre serás ese capullo, delicado, creciendo, con las alas listas para volar lejos de mí, porque así te enseñé, a volar lejos de aquí…”
Doña Laura del Monte: “Sí, hija mía, te dimos todo lo que pudimos para que seas tan buena, decente, e íntegra…eres la mejor hija que Dios nos ha podido dar...”
Silvia del Monte: “Eres mi mejor compañera y amiga del alma, cuando en mis penas y dolores me has dado tanta protección…”
Don Jacinto del Monte: “No quiero que de mí te vayas, no me dejes nunca Silvia, te adoro…”
Silvia del Monte: “Ay, papá, no te voy a dejar solo nunca, siempre seré tu hija en las buenas y en las malas…”
Don Jacinto del Monte: “La boda no vá, no vá, no quiero que de mí te apartes maś, hija mía…(frunce el ceño y los brazos)...”
Silvia del Monte: “No quiero dejarte, yo, tampoco papá, eres para mí, la fuente de agua, el suspiro en la mañana, la primavera donde yo florezco:..”
Don Jacinto del Monte: “No quiero que te vayas, hija mía de mi vida, si en la vida existe deseos de amar y yo te quiero por siempre junto a mí…he dicho... la boda no vá...”
Sexto Acto
El Llanto de Silvia
En la habitación de Silvia…
Doña Laura del Monte: “Ay, hija mía, no quiero escucharte llorar, tu dolor es el mío…”
Silvia del Monte: “Me quiero morir, más de la vergüenza que del mismo dolor…”
Doña Laura del Monte: “Se lo tienes que decir a Pablo de la Malta…”
Silvia del Monte: “Ay, mamá, no sé cómo se lo diré, si él estaba tan entusiasmado con todo como yo…ay, qué dolor en el alma, soy la rosa que llora cuando la lluvia cae sobre ella...”
Doña Laura del Monte: “Si en el comienzo de todo, yo, quise apoyarte en todo como cuando una hija se casa…”
Silvia del Monte: “Sí, menos en la decisión de papá, de que la boda... no vá…”
Doña Laura del Monte: “Oye, Silvia aquí hay una ventana, y si te escapas con él, con tu amor, Pablo de la Malta…”
Silvia del Monte: “Como en las películas… mamá, ay, mamá no…“
Doña Laura del Monte: “Ay, puedes hacer una cola con la sábana e irte y te casas con él…”
Silvia del Monte: “Pero, yo quería una boda completa, mi sueño en desfilar por la iglesia del brazo de mi padre…¡ay, como en las novelas…”!
Doña Laura del Monte: “No llores más hija mía, que tu dolor se haga mi dolor...“
Silvia del Monte: “Ay, mi llanto, es como la lluvia de un cielo gris, que vá mojando los pétalos de las rosas del jardín de este hogar…”
Doña Laura del Monte la consuela, mientras Silvia vá llorando cada más más en la habitación….
Séptimo Acto
El Suicidio de Silvia
Silvia se encuentra en el jardín de rosas
Silvia del Monte: “Ay, qué dolor rosas de mi alma, sangra de dolor mi corazón por no poder ser feliz…”
Pablo de la Malta entra al jardín de rosas…
Pablo de la Malta: “Qué le sucede a mi eterno amorcito, que llora desconsoladamente…si pronto serás mi esposa...”
Silvia del Monte: “Ay, amor de mi alma, si tú supieras lo que mi padre me acaba de hacer…”
Pablo de la Malta: “¿Qué un padre puede hacerle a una hija, más si la ama como yo…“?
Silvia del Monte: “No puedo decirte, se me rompe el corazón en mil pedazos…Pablo de la Malta...”
Pablo de la Malta: “No quiero que te apresures, creo que no será de tanta importancia, Silvia…”
Silvia del Monte: “Es muy importante, Pablo de la Malta, es con respecto a nuestra... boda…”
Pablo de la Malta: “Pero, no me digas, la rosa con espinas te ha cortado, otra vez, amada mía...“
Silvia del Monte: “Ay, sí, no es mucho, amor, yo siempre me estoy cortando con estas rosas, mira mis dedos… “
Pablo de la Malta: “Vé a tu habitación y cúrate la herida, llévate la rosa y tus ojos que no tengan más dolor si pronto serás mía, como esta rosa que hoy une más a nuestro amor…”
Silvia del Monte llega a su habitación…
Silvia del Monte: “(Hace hincapié, en su habitación y se dice en su interior)… ¿cómo le voy a decir a Pablo de la Malta que no me iré a casar con él…”
Doña Laura del Monte entra a la habitación de Silvia…
Doña Laura del Monte: “Ay, hija mía, no desanimes más, habla, otra vez, con tu padre, quizás él comprenda más tu situación, eres muy joven para casarte…”
Silvia del Monte: “Márchate de aquí, mamá…quiero estar sola...”
Silvia toma la última rosa en sus manos y dice… “no quiero más vivir así, este dolor me mata”, entierra su mano entre las espinas de la rosa y se hiere de tal manera con esa rosa que le dió por última vez su amado Pablo de la Malta y se suicida, se desangra de tal forma con la rosa y muere de dolor...
Octavo Acto
El Funeral de Silvia
Entra a la funeraria Don Jacinto del Monte…
Don Jacinto del Monte: “Ay, hija mía, por qué lo hiciste, yo soy el culpable de todo esto, (se desploma frente al féretro de Silvia)...”
Doña Laura del Monte: “Tú, Jacinto, sí, eres el culpable de todo, sino le hubieras dicho que no querías que se casara…”
Don Jacinto del Monte: “No, si yo le permití casarse, hasta la entregué en matrimonio, no te acuerdas, no te acuerdas Laura…”
Doña Laura del Monte: “Sí, me acuerdo, pero, también, me acuerdo, que le dijiste que no querías que se casara con Pablo de la Malta…”
Don Jacinto del Monte: “Perdonen a todos los presentes aquí, este dolor es muy fuerte…”
Doña Laura del Monte: “Sí, perdonen aquí a todos, pero, los trapos sucios se lavan en casa…”
Don Jacinto del Monte: “Ay, Silvia, fuiste la rosa sin capullo, fuiste mi querida hija, y más que eso, fuiste aquél pétalo de rosa que abrió y deshojó, que hirió con sus espinas y que ahora acaba de marchitar…”
Doña Laura del Monte: “Sí, hija mía, fuiste la rosa y la espina, qué dolor tan fuerte, mi única hija…(grita sollozando)”
Entra Pablo de la Malta, destrozado a la funeraria…
Pablo de la Malta: “Ay, Doña Laura, qué dolor…no puedo con este dolor...la amaba en verdad…”
Noveno Acto
El Jardín de Rosas Seco
Don Horacio del Bosque entra al jardín de rosas…
Don Horacio del Bosque: “Ay, si mi jardín se ha secado, mi niña Silvia, ay, las rosas y se ha secado todo, ¿por qué te fuiste de mi lado, si yo también te amaba…”
Pablo de la Malta entra al jardín de rosas…
Pablo de la Malta: “Quiero que me corte algunas rosas para llevarle a Silvia…”
Don Horacio del Bosque: “Pero, Pablo no nota que se ha secado todo con la muerte de la niña Silvia…”
Pablo de la Malta: “No, no, no, no puede ser…”
Don Horacio del Bosque: “Sí, sí, sí, es así, todo el rosal del jardín de rosas se ha secado…”
Pablo de la Malta: “No, Don Horacio del Bosque, hay un capullo todavía aquí, es un capullo que nace desde la raíz, como Silvia, pero, a ella le gustaba con espinas, con sus pétalos bien abiertos, y con su olor a fragancia a rosa…”
Don Horacio del Bosque: “Pues, quizás, renazca, otra vez, las rosas del jardín…”
Pablo de la Malta: “Sí, Don Horacio del Bosque, es verdad lo que usted dice, puede que nazca, otra vez, el jardín de rosas aquí…”
Don Horacio del Bosque: “Sí, muchacho, así es el rosal del jardín de la niña Silvia volverá a nacer, se lo prometo…”
Décimo Acto
Después de Dos Semanas
En la habitación de Silvia, después de cortarse con la rosa...
Silvia del Monte: “Ay, mamá, ¿cómo me veo con el traje de novia…?”
Doña Laura del Monte: “Bella, hija mía, como siempre, bella…”
Silvia del Monte: “Llama a papá, para que nos retrates aquí, en mi habitación de soltera…”
Doña Laura del Monte: “Sí, hija mía, con una rosa como te gusta a tí…”
Don Jacinto del Monte: “Hola, mi niña, te traigo una rosa con espinas como a tí te gusta…”
Silvia del Monte: “Sí, papá, me gustan así, con espinas, porque la vida hiere, lo que más dolor te trae la vida y de lo que aprendes…”
Don Jacinto del Monte: “Yo te bendigo, hija mía, que éste día sea el más bello de tu vida…”
Silvia del Monte: “Sí, papá, es el más bello de mi vida…”
Doña Laura del Monte: “Vamos, hija mía, se hace tarde para llegar a la iglesia…”
Undécimo Acto
La Boda
En la Iglesia… y comienza la ceremonia…
Silvia del Monte: “Sí, acepto a Pablo de la Malta como mi esposo…”
Pablo del Monte: “Sí, acepto a Silvia del Monte como mi esposa…”
Y se disponen a salir de la iglesia…
Pablo de la Malta: “Ay, vida mía, hoy te entrego esta rosa llena de dolor y olor, a razón de este amor por tí, hoy el día de nuestra boda…”
Silvia del Monte: “Sí, mi amor la acepto…”
Y Silvia muere a causa de la rosa, se entierra las espinas en la mano que la toma, no llega la ambulancia a tiempo, su mano sangra como sangra la virgen de dolor en el día de su boda, su traje blanco como las nubes del cielo se mancha de rojo, queda su cuerpo postrado en el suelo con la rosa en la mano, herida como una presa a su destino, con el dolor que dá la vida, a veces, la vida, con el dolor de una trágica muerte, no fue un suicidio, mucho menos un homicidio, lo que a Silvia le ocurrió, sino el dolor de ser mujer a la hora de entregar su corazón en el lecho de su amor por Pablo de la Malta…y el jardín de rosas se secó, marchitó todo, porque Silvia era la vida, el olor, el dolor, la rosa y la espina…