Te he amado hasta el delirio. Se han quedado cortos todos los diques espirituales que sostenían la grandeza de lo siento por ti. Sí pudieras abrir mi corazón entenderías tantas cosas. Cada una tal cual la dejarte el día en qué la vida nos volvió extraños. Es triste sentir como los momentos maravillosos van perdiendo el vigor de la realidad. Páginas amarillentas de un libro roto. El paradigma de quedar exhaustos antes de perder los sueños en la fecundidad de la herida que engendra mayor dolor. Besos en fila india que ruedan por el cruel despeñadero del olvido; solo el saber que respiras en cualquier lugar de esta imponente manifestación terrícola, me hace esbozar un sonrisa de gozo. Es el lento respirar de una ilusión que sigue viajando en el mundo incomparable de tu horizonte. El amor desafía a las artificiosa medusas del eterno olvido. Pudo abrir el cerrojo con la llave de alguna tímida caricia, de pronto cedieron las gastadas bisagras y cómo en una febril aventura cayeron las compuestas que contenían al silencio. Vuelve el amor a estar en libertad de avanzar en el galopar incesante de sus corceles de viento. Rompió sus cadenas y busca a la princesa de su castillo amurallado con los tonos moros de sus desafiantes ojos. Ha vuelto a mirar el horizonte de amplias alamedas que lo conducen al encuentro con su destino.